Sofía,
a la maravilla de tu mundo en rebeldía
a la desposesión de tus sueños
sucumbieron el coraje y la osadía.
Lucía,
ante las palpables alegorías
al virtuoso vaivén de ideas,
sucumbieron el coraje y la osadía.
Piedad,
a tus mercedes siempre homenajeadas,
a los besos de tu bondad,
sucumbieron el coraje y la osadía.
Valentina,
a la candidez de tu voz alerta,
al abrazo prohibido de tu voluntad,
sucumbieron el coraje y la osadía.
Las madrugadas eternas
a todas luces ofuscadas
pendientes, atrapadas,
enredadas, amenazadas,
solas.
A tu iluminada presencia,
no sucumbas.
domingo, 29 de mayo de 2011
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