A quien se esconde del despecho y del ocaso.
A caso… quien emerge del sentido de la humildad y decae,
presa, absurdamente entretenida, encerrada en una red de redes,
ofuscada por su propia identidad, por su ficticia y robada identidad
Aquella a quien susurro cada uno de mis desasosiegos, cada ira,
cada carencia, a quien reclamo la quietud, la templanza o el deleite de la eternidad.
Aquella a quien descubro la firmeza de cada contradicción,
la certeza de cada duda, el recelo tras cada conjetura.
A quien la experiencia se tornó rutina en tormento
y que no recuerda porque no hay recuerdo
por quien la decadencia es uno y otro día,
y aquel tiempo se funde en este tiempo
y todos los lugares son lugares ajenos
porque el devenir se detuvo una tarde y la tarde, envuelta,
se tornó eterna.
Quien embriagada forjó su vida como se forja una arma,
tenaz, invulnerable, soberbia… para devenir, finalmente,
insegura, quebradiza, pusilánime.
miércoles, 28 de mayo de 2008
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Extraordinario. Exacto. No humano.
ResponderEliminarAhora, el camino con corazón.
La merecida recompensa.