jueves, 13 de noviembre de 2008

DECLIVE

Distraída… huía hacia adelante,
acompañando al descenso
desmesurado de cualquier decisión.

Impertinente acompañamiento banal,
impetuosa danza de lo tangible,
encogida en la incandescencia amarga
de esa tarde, gris y tanguera,
de ese juego, prosaico, inventado
donde el jardín de las utopías
se forjó como la parte imprescindible de mi porvenir.

A la incansable viajera, la sucede una inquietante soñadora,
siempre errante cuando en la sucesión de la proyección de mi misma
me detiene, de vez en cuando, la sorpresa de una certeza.

El derrumbe, casi inevitable, se apoderó
de esa ser, imperceptible, que creció engañada.
Inmune a lo imposible, ajena al mal.
Hija de un dolor perenne, expuesto y pendiente
siempre al vaivén de nuevos aires… también ajenos.
Prendida de una estúpida omnipotencia, falsa y rota.

Amagando el cuerpo para prevenir la mente de nuevos y malos infortunios.
Declinando oportunidades por una absurda tenacidad
que poco a poco la mata y nunca muere;
que poco a poco la ensucia y la mata.
que poco a poco la contamina y ella no sabe si se desmarca.

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